Desde los inicios del siglo XXI, y como consecuencia de la revolución digital en que nos encontramos, ha venido produciéndose un cambio en los conceptos y modelos de desarrollo socioeconómicos como no se conocía en toda la historia de la Humanidad. El perfeccionamiento constante de las TIC, conformando una curva de crecimiento exponencial in crescendo vertiginoso a partir de los últimos 15 años, nos obliga a una readaptación permanente de nuestros conocimientos, conceptos y consideraciones, que nos mantiene inmersos en una carrera regular para no perder la perspectiva. Particularmente, en el ámbito empresarial, donde la Innovación en todos sus frentes constituye un ejercicio indispensable para que la actividad que desarrollamos no deje de tener utilidad so pena de desaparecer.
Y, como ha sucedido repetidamente en el transcurso de los tiempos, ese tipo de cambios trascendentales, que marcan el nacimiento de una nueva Era, se manifiestan con grandes dosis de confusión en las sociedades en tanto estas llegan a tomar conciencia de la realidad de las mudanzas y sus inevitables consecuencias.
Dentro de ese contexto en el que ahora vivimos, en plena traslación a la Era Digital, cuantos en él participamos, conscientemente, tenemos el deber ético de poner nuestro esfuerzo para evitar el desconcierto y tratar de minimizar sus perniciosas consecuencias. La claridad en los conceptos y la aplicación consecuente de los mismos puede ahorrar enormes frustraciones y optimizar, al tiempo, los resultados de la acción empresarial: la trascendencia de nuestras actuaciones nos exige una extrema precisión en el uso de nuestras palabras y la explicación de los conceptos. Especialmente si nuestras exposiciones tienen carácter público, para que la confusión normal del momento no se convierta en un maremágnum de dimensiones incalculables.
A nosotros nos interesa, aquí, cuanto compete a Internacionalización de las Pymes y, ante la persistente utilización de conceptos relativos a las denominadas Startups de manera un tanto frívola, nos parece conveniente realizar algunas precisiones que dejen claros algunos aspectos para nuestros lectores. Especialmente para cuantos emprendedores inician su camino con las únicas y preciosas armas que poseen: su talento y sus ilusiones. Para ello, comencemos por las definiciones.
En cuanto a las Pymes, de acuerdo con la normativa vigente en la UE, «La categoría de microempresas, pequeñas y medianas empresas (PYME) está constituida por las que ocupan a menos de 250 personas, cuyo volumen de negocios anual no excede de 50 millones de euros o cuyo balance general anual no excede de 43 millones de euros». (Extracto del artículo 2 del anexo de la Recomendación 2003/361/CE).
No existe, sin embargo, una definición oficial de “Startup” y las que se utilizan son tan variopintas como sus autores: “Una empresa emergente que, pese a su juventud y falta de recursos, consigue obtener resultados en el mercado actual y pasar a un siguiente nivel estructural (¿) al ser impulsada por otros inversores o absorbida por empresas ya consolidadas”, según las Recomendaciones a la R.A.E. de Fundéu BBVA; “Una organización temporal en búsqueda de un modelo de negocio escalable y replicable”, Steve Blank, «Search versus Execute» (March 5, 2012); “Una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio, en condiciones de extrema incertidumbre”, Graham Paul, “Startup Equals Growth” (September 2012); “ Early stage in the life cycle of an enterprise where the entrepreneur moves from the idea stage to securing financing, laying down the basis structure of the business, and initiating operations or trading”, en BusinessDictionary.com
En resumen: parece claro que el concepto común de “Startup” se aproxima al de una empresa en sus estados iniciales – quizás incluso previos – en los que trata de organizarse y alcanzar una cierta estabilidad operativa que la permita funcionar con regularidad…lo que no la excluye en absoluto de su calidad de Pyme en el momento de constituirse como empresa, de acuerdo con la normativa oficial vigente en la mayoría de los países del mundo, en términos relativos al número de empleados y cifras de negocio. Sería conveniente, por tanto, añadir algunas características para que, sin dejar de ser una Pyme al constituirse legalmente, quedara encuadrada dentro de un grupo que las diferencie de las tradicionales. Vayamos a ello.
En nuestro campo de acción – la internacionalización – vemos difícil la diferenciación: para iniciarla, exportando, es preciso estar constituida como empresa, y, por tanto, registrada como Pyme. Y la vocación global que se atribuye como distintiva de las startups no es ajena a la de muchas Pymes que nacen con espíritu global, independientemente de su actividad. Venimos investigando dese hace años el fenómeno de las empresas Born Global, sobre el que hemos publicado en este blog varias entradas en las que remarcábamos algunas peculiaridades de ese tipo de empresas, que, ciertamente, parecen ser atribuibles a las Startups (por ejemplo, su uso intensivo de la innovación y las TICs). Pero ello no significa que muchas de nacidas globales no sean Pymes tradicionales que cada vez hacen van haciendo una utilización mayor de herramientas y conceptos avanzados.
Hay otros aspectos que inducen a confusión. La localización y la gestión remota, por ejemplo, que se argumenta como característica particular de las Startups para su globalización, sin detenerse a considerar que tal posibilidad está al alcance de cualquier Microempresa tradicional. Diseñar unas políticas de marketing digital de alcance internacional con bajísimos costes comparativos es uno de los argumentos que nosotros tratamos de inculcar a cuantos emprenden la internacionalización de un proyecto empresarial, independientemente de su actividad, tanto si se consideran Startups como si no.
Dentro del mundo de los tópicos ligeros, también vemos que se atribuye a las Startups – como consecuencia de su característica global – la creación de más puestos de empleo que las Pymes tradicionales que, continuando con los tópicos, “ suelen tener un único fundador y crear una media de cuatro puestos de trabajo”, concentrándose en un entorno territorial reducido, con escaso y lento crecimiento, mientras que las Startups “son fundadas por equipos en los que los socios tienen habilidades distintas y complementarias” y se expanden por el mundo con mucha mayor facilidad, dando lugar a una cifra mayor de empleo.….Consideraciones que inducen a una gran confusión porque, siempre desde nuestra parcela y experiencia, las dificultades de internacionalización son similares para unas y otras. Incluso son mucho mayores, en bastantes casos, para las Startups, si su gestión global no ha sido diseñada desde el principio.
En parecidos términos, se vienen expresando públicamente sin el menor rubor multitud de aspectos que convendría sacar a debate por quienes, desde sus conocimientos y experiencia, podrían contribuir a centrar adecuadamente los conceptos. Modelos de negocio, formas de crecimiento, formas de financiación, alianzas estratégicas, RRHH, uso de redes comerciales, uso de tecnologías avanzadas, I+D, tamaño de las empresas y sus límites, áreas de aplicación, segmentos y ecosistemas, entre muchos otros conceptos, deberían constituir motivo de análisis y preocupación serios.
Aquí, en este pequeño rincón de la Pyme Internacional, quiero hoy resumir que nuestros particulares esfuerzos se concentran en la Innovación de procesos para la Internacionalización de nuestras queridas empresas, con énfasis en las que comienzan. Con el tratamiento adecuado de acuerdo con sus características particulares de Startup o Pyme tradicional, considerando a ambas incipientes y frágiles por definición . Con la convicción de que las nuevas tecnologías y los medios que la Era Digital pone a su alcance son de necesaria y obligada utilización. Con la certeza de que la cooperación y la especialización global son más sencillas de lo que jamás fueron al disponer de unos medios tecnológicos que permiten barrer cualquier obstáculo hasta hace poco insuperable. Con el trabajo personal y permanente en todos los frentes a nuestro alcance para crear programas de iniciación a la Internacionalización avanzados y adaptados a la realidad actual en denodada competencia con los que continúan apareciendo ya obsoletos, muy a nuestro pesar, con el beneplácito – y los fondos – de Administraciones y Entidades Públicas y privadas que pueden soportarlos…
Todo ello, encaminado al apoyo y el estímulo del ejercicio del talento empresarial de nuestros jóvenes emprendedores, a quienes tratamos de inculcar el uso del sentido común. Comenzando por el principio natural: estamos, ya, en un nivel de desarrollo humano en el que cualquier proyecto empresarial debe – no nacer, sino ser concebido – global. Y todo lo que desde el punto de vista de las expresiones, las palabras y los conceptos se lance con frivolidad y ligereza, sin peso específico alguno, como está sucediendo en el campo de las EBTs con harta frecuencia, no tenemos más opción que rebatirlo. Es nuestro deber.
Nuestros colegas israelíes, que sobre estas disyuntivas tienen tanto que enseñarnos – forman parte de una Startup Nation, como ellos la denominan – saben que la frivolidad es la madre del desastre. Seamos serios, por favor.
Pedro Lalanda II
@plalalanda_II
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